Poema: "Alquimia de la Poesía".

10 de julio de 2009

Alquimia De La Poesía

Por el Juan An

Dicen que la poesía eleva la forma,
que es fiel aliada de amantes que ansían plenitud.
Dicen que es un fármaco que al delirio lleva,
y yo que así la vivo sólo puedo sucumbir.
Es urdir dos mundos
con los sutiles filamentos que posee.
Es ajustar los anclajes del alma
con el más allá de cualquier cosa.
Justo donde te encuentro.
Más allá del eco de tu voz,
en su música bellísima.
Más allá del crisol de tu piel,
en tu lumínica esencia.
Pues ella es mi jerga, mi estancia,
y cuando al Dios del verso invoque
de nuevo errará
quien me cree vivir en la negrura.
Porque un verso mis sentidos sublima,
para admirarte como un visionario entusiasta.
Porque un verso me torna libre,
para idear tu cuerpo a mi antojo.
Y siempre dirá la verdad.
Y ya tu cuello no será deseo carnal,
sino mi senda iniciática.
La antesala de un milagro, tu boca,
y esa boca dará el fruto inmortal que eterniza,
y así tu frente no será anatomía,
sino pradera que al cielo se abre.
Y ya sé que aunque no reviviré en tus besos,
tampoco lo hará por más que te diera
el que huérfano de poesía
en tus labios un día arribe

Hasta que mi Suegra nos Separe

17 de junio de 2009

Escrito por el JuanAn.


Se va acercando la hora nupcial, tan soñada por ella desde que nadaba en el vientre de su madre. Pues la Charito pertenece a una de esas predominantes familias cristianas , concretamente del catolicismo más desnatado y bajito en calorías. De esas que no se quisieran morir sin haber pasado por la vicaría vestidita de blanco, frecuentadora de iglesias (es decir asiste a bautizos, comuniones, confirmaciones, funerales, bodas, bodas de plata, de oro...). Y por supuesto acude en Semana Santa para ver como han adornado el paso del cristo de la Misericordia. Su declaración de fé más testimonial y para nada contradictoria, gusta ofrecerla cuando se sumerje en profundas reflexiones teológicas, diciendo:

-Yo soy católica, pero no creo en los curas.

Su mejor excusa para justificarse de que no va a llegar inmaculada al matrimonio será confesarle al sacerdote que el virgo se lo dejó pegado en el potro del colegio con nueve años, saltando en clase de gimnasia.

Él, sin embargo, es de otra manera de pensar. Es más de su madre, y de su cañita de pescar. Al Antoñín le da igual casarse a los 35, que a los 40 , o vivir “arejuntao”. Y si por él fuera, iría al altar perfectamente con el traje que le prestó su hermano para el cotillón de fin de año. Para él, el misterio de la santísima trinidad es cuando contempla a Xavi, a Mesi y a Iniesta haciendo milagros sobre el césped. Y el débil ideal que aún conserva de la familia tradicional, lo manda rapidamente al carajo cada vez que vuelve de visitar a su cuñado y a sus siete sobrinos.

No piensen, queridos lectores, que son ajenos a este arquetipo de novios que les presento, pues la Charito y el Antoñín podrían ser tranquilamente cualquiera de ustedes... ¿o no?


¡Ay, que ilusión! Al fin se han sentado los dos pavitos a hacer la lista de invitados, pero cada dos minutos se está asomando la futura suegra para recordarles que también hay que invitar a la vecina de la abuela, y a su tía segunda. Poco a poco, la susodicha va ganando terreno. Ha pasado un cuarto de hora, y cuando se han dado cuenta, ya está sentada en el sofá en medio de los dos con el papel y el boli en la mano, apuntando nombres sin parar.

Y llega la despedida de solteros, que no es otra cosa que la última voluntad antes de la horca. Es la necesidad de paladear intensamente lo que será el último vómito de juventud. Pero eso sí, de forma original, porque ellos rompen con lo establecido. O sea, la Charito se va de marcha con cinco amigas, a ver a los “boys” y luego a la “disco”, ya hartas de chupitos, con una banda de miss y un nabo de goma en la cabeza. Entre tanto , en la otra parte de la ciudad, el Antoñín es tentado por sus amigos del “futbito” en la barra de un prostíbulo para que se entregue a los desatados placeres caribeños. Pero nuestro hombre es muy fiel a la Charito, y al final es él quién se queda en el taburete, con un calentón grandísimo, tomando un cubata mientras que a sus colegas ya se los han llevado a la primera planta.

Van pasando los días, y sólo falta una semana. El móvil de Antoñín empieza a sonar . Se van dando las primeras bajas de conocidos , que por diferentes imprevistos no podrán acudir a la boda. El Antoñín se lamenta en el teléfono ante cada invitado de menos, expresándoles con voz desencantada:

-¡No me jodas! ¡No me digas que no puedes venir! ¡Qué lástima, de verdad!

Y cuando cuelga, se frota las manos y sonriente dice:

-¡A tomar por culo, dos cubiertos menos que pagar!

¡Tolón, tolón, repican las campanas del Carmen! Es el Sábado del gran enlace. El momento más ansiado para nuestra novia. Su piedra angular. La primera meta de su realización como mujer en la vida, tras largos años buscando su identidad femenina. Sin duda alguna el día más importante de cualquier muchacha normal y corriente que se precie .

A cuentagotas van apareciendo en la plaza los primeros familiares y amigos. ¡Qué guapos están todos! Hasta el hortera que siempre anda con los Nike y los pantalones de camuflaje hoy va vestido de Adolfo Domínguez. ¡Oh, no, horror! Por una esquina acaba de aparecer Belén, la típica invitada “mete-pata”, luciendo un deslumbrante vestido blanco, chafándole con ese sacro color toda la exclusividad a la pobre novia. En el sector femenino se percibe un malestar general. La Gertrudis y la Ramona hacen “por lo bajini” sus primeros comentarios sobre el padrino:

-Escucha, esto entre nosotras, yo que quieres que te diga, pero el padre de la novia tiene toda la cara del capullo que lleva "plantao" en la solapa.

La Taila irradia en su mirada la lozanía de sus 27 añitos, y sobre todo la ilusión de poder estrenar el vestido corto que ha adquirido en una boutique de diseño. ¡Pero, maldición, No es posible! Rosalía, la hija del tapicero acaba de aparecer entre las bancas con el mismo vestido que ella, pues hasta en la flor es calcado. Se produce un tensísimo cruce de miradas entre ambas. La Taila se deshace en su asiento, quiere morirse.

Pasan unos minutos, la Charito ya está entrando en el templo, solemnemente, como la princesa que es. En ese instante suena la marcha de Méndelson que estremece a todos los presentes con sus sublimes notas. Al paso de la novia, la Gertrudis y la Ramona murmuran en voz baja:

-¡Uy, la Charito, lo recargada de pintura que va! ¡Está feísima, por Dios!


- ¿A donde irá con tantos volantes? ¿a la feria? ¡Ja, ja, ja! Y con ese escote de palabra de honor, que le llegan las tetas a la barbilla...

Por otros motivos, además de la boda, este no es un Sábado cualquiera, pues en este preciso momento España está jugando un partido crucial, acontecimiento que ha provocado que la mitad de los varones hayan pasado de la ceremonia y estén todos metidos en el bar de en frente, llenándolo hasta la bandera. Es obvio que el Antoñín también se iría con ellos a animar a “La Roja” si pudiera escaparse. Efectivamente , cosas así suceden cuando menos lo esperas.

El ritual transcurre con normalidad, se lo pueden imaginar, entre las travaderas de lengua del novio a la hora de leer y los gritos y llantos de una jauría de niños histéricos perdidos. El monaguillo, ya un poquito nervioso, susurra:

-Que venga Herodes, por Dios, que venga Herodes...

El sacerdote es un joven paraguayo de 28 años, que tiene que hacer de tripas corazón para evitar fijar sus ojos, en los rebosantes senos que buyen del escotazo de la novia, dignos de hacerle pensar en colgar los hábitos en la puerta de cualquier agencia de contactos. Por otro lado, el monaguillo, que ya lo venía catando, dice para sus adentros:

-¡Hay que ver, la carita de Pájaro Espino que se le está poniendo al gachó!

Ya fuera de la iglesia, una lluvia de pétalos de rosas y pompas de jabón envuelven a los recién casados. La Gertrudis y la Ramona se les acercan risueñas, toman entre sus manos la carita de la Charito, y tras colmarla de besos afectuosos, le dicen:

-¡Muchas felicidades tesoro!

-¡Pero qué guapísima vas!

-¡Estás preciosa con ese vestido tan fino!

-¡Y que elegante se ha puesto tu padre!

Gritos de “¡Vivan los novios!” se suceden unos a otros. Los claxon de los coches jalean en toda la Calle Real, pero no en homenaje a los esposos, sino… ¡porque ha ganado España! Desde el bar de enfrente terminan de llegar apresuradamente los últimos rezagados.

El primer mal trago que hay que beber cuando se entra en el salón del banquete es no saber con quién te pondrán en la mesa. El segundo es tener que confirmar lo que te temías. Pues, por misterios del destino, a la Taila y la Rosalía les acaba de tocar juntas. Codo con codo, flor con flor. Para el resto de invitados, ya son la Pili y Mili, las Zipi y Zape de la fiesta. A la Taila se le ha corrido todo el “Margaret Astor” de la pena. Pero aún le queda la esperanza de que el vestido de la Rosalía termine manchado de vino tinto de arriba a bajo. En la mesa contigua se sientan Amanda y Brandon, una parejita que profesa la religión Jainista, pero que han tenido que asistir por cojones a la iglesia, pues de lo contrario la Charito no les habría perdonado en la vida tal ofensa. Al otro lado del salón, los maridos de la Gertrudis y la Ramona intercambian sus impresiones sobre el ambiente:

-No veas como menean el bigote los familiares del novio, luego dicen que son gente de poco comer, y no han levantado la cabeza del plato en toda la noche.

La Ramona, hace una crítica constructiva:

-¡Uy, qué torcida lleva la peineta la madrina! ¡Parece que le han dado una "pedrá"! ¡Ja, ja, ja!

- Se habrá enganchado con un árbol... ¡Ja, ja, ja, ja!

En ese momento, la Ramona se levanta y con voz de pregonero de caballas grita:

-¡Viva la madre de el noviooo!

Y todos responden:

-¡Vivaaaa!

Hasta hace unos años, en las bodas se veían a unas señoras que, a modo de carterista de metro, iban rapiñando en una fiambrera comida de cada plato, que después guardaban en su bolso de carey. Desafortunadamente, esta figura ya se ha extinguido, como todo lo que es auténtico, pero lo que sí ha sobrevivido es otro personaje mítico, que, cómo no, hoy se encuentra en nuestra cena. El “Pulga”, un simpático sesentón que entre sus pies descalzados ha escondido dos botellitas de vino que más tarde se irá bebiendo reposadamente.

Mientras, el Jose Mari, que desde que se sentó está poniendo carita de asco, acaba de entrar en acción:

-¡Hay que ver que poca comida! La guarnición está flotando en aceite. ¡Qué lamiosas están las cocretas! No han sido capaces de poner ni unas gambitas... Igualito que en la boda de mi hijo, vamos, que había de todo, hasta el sorbete estaba hecho de lima con jazmín... ¡Muchachooo, cuando a ti te dé la gana nos traes otra jarra de cervecita, que por aquí estamos secos!

¡Aaah, qué desgracia! Un camarero ha resbalado con la pringue del suelo, y ha volcado una bandeja entera de medallones de merluza en salsa verde encima de la Taila. Todo el local se descojona. Hasta los novios de plástico que hay en el pastel han soltado una gran carcajada diabólica.

Al Antoñín le chispean los ojos, pues los sobres con el dinerito se van amontonando. Más tarde descubrirán que varios vienen vacíos, hasta hay uno con un billete del Monopoly, en el que se lee: “Lo siento, pero está la cosa mu negra. La intención es lo que cuenta. Un beso, anónimo”.

¡Ay, Dios, no es posible, creí que al menos en esta boda no ocurriría, pero sí! Con el pastón que la madre de la Charito se ha dejado en Pro-Novia, y toda la dedicación de unas estilistas que se han pasado tres horas entre el peinado, el postizo y el maquillaje… para que la niña de pronto aparezca con unos tenis de macarra, comprados en el baratillo, con la idea de que no le duelan los pies en el baile.

Son las 6 de la mañana. Un portero es avisado de que fuera hay un patoso liándola. Se trata del Angelito, un profesor de educación vial, primo del novio, que quiere marcharse en su coche con su mujer y sus tres chiquillos. Hasta ahí bien. El problema es que lleva en la sangre media bodega de Chiclana y otra media de Jeréz. El portero del local y tres señores más intentan convencerlo para que se vayan en taxi:

-Angelito, tu coche no es el rojo, es el blanco... anda, dame la llave por favor...

-¡A ti guien te ha dicho gue yyo no toi pa condusí, pedaso dde sieso! ¿Gue me estai pidiendo violensia? ¿no?¡Pue o voy a partí to la ensía, con una patá de kun fú, y luego voy a llamá a la puulisía, pa gue te ponga lass espuela!

Una semana y media después...

La madre de la novia recibe una llamada desde la embajada española de República Dominicana. Le informan de que su hija y su yerno han estado cuatro días ingresados en un hospital, pues en el barco que les llevaba a la costa fueron devorados por una plaga de chinches. Le aseguran que ya están perfectamente, pero que ahora deberán permanecer encerrados en el hotel durante un tiempo, ya que Punta Cana está en alerta máxima debido a la inminente amenaza de un huracán.

Al final el huracán no llegó hasta allí, pero el regreso a casa se demoró cuarenta y ocho horas más, porque coincidió que había huelga de pilotos, lo que ocasionó que tuvieran que hacer dos noches en las salas del aeropuerto. Ya en Barajas, sufrieron otro percance debido a que se perdieron las maletas.

Siete meses después del enlace, la Charito y el Antoñín han decidido divorciarse. Los motivos son insalvables. El no soporta el olor de la cera de depilar de la Charito, ni que su suegra deje los sujetadores detrás de la puerta del cuarto de baño. Y ella no tolera que él tire los calcetines debajo de la cama, ni que tras ir al báter, no pase bien la escobilla.

Pero no supongan que esta historia va a culminar mal, eso jamás. Actualmente el Antoñín vive de nuevo con su madre, y es feliz entrenando los fines de semana a los alevines. Todos los sábados se va de juerga con el Angelito, y entre esas, le sale algún que otro apaño. La Charito ha comenzado una relación con un sargento canario, que parece buen hombre. Ella está encantadísima, pues él le ha prometido un nuevo matrimonio, dos hijos, una hipoteca y una bañera antiestrés. Incluso piensa llevarla todos los veranos de vacaciones a Benidorm, a pesar de que ahora viven en pleno paseo marítimo de Cádiz.




The End

¡Eh vos, querés ilusionarte, ché!

26 de mayo de 2009






Por el Juan An.


Algunas de las preguntas que formulo cuando hago la entrevista a un paciente que acude por primera vez a la consulta son:

¿Tiene usted ilusiones en la vida?

¿Es aficionado a algo?

Y puedo decir por la experiencia de los años, que la respuesta más frecuente es: No. En el mejor de los casos te cuentan que oyen música o ven películas. También hay excepciones por supuesto.

Pero lo más inquietante es que muchas veces, no se trata de personas mayores, ni de depresivos, que en teoría debería ser el perfil habitual, sino de sujetos jóvenes, saludables e incluso con preparación académica. Hasta he observado que es una pregunta descolocante para los pacientes, ya que a veces no la relacionan con la patología que presentan.

¿Cómo se puede vivir sin ilusiones? ¿sin aficiones? ¿sin hobbies? Uno se plantea.

¿Será por una cuestión económica? ¿Será por falta de ofertas? Y a poco que nos fijemos, nos damos cuenta de que estos factores sólo pueden influir, pero no son la causa real de tal pérdida de aliciente. Más bien deberíamos indagar en otros aspectos que estarían más relacionados con los estilos de vida, y con la manera de percibir el mundo.

Es verdad que muchos anhelos dependen del dinero para poder cumplirse, pero también es cierto que otros muchos revoletean más en el plano de lo anímico, de lo espiritual y de los ideales. Por eso, la ausencia de motivaciones tal vez sea consecuencia del adormecimiento de nuestra consciencia, que no sabe o no puede aún apercibirse del extraordinario acontecer que es la vida en sí misma. Esta vida misteriosa que ya estaba antes de nosotros nacer, y que se desarrolla incomprensiblemente en un medio fascinante como es el cosmos.

Dicho con lenguaje poético, nuestro planeta es una giratoria perla azulina, suspendida en una nada sin confines, pero que no parece contener suficiente misterio, ni suficiente expresión de belleza y encanto, al menos para la "Especie Humanidad" que la habita en estos tiempos. También es un hecho desmoralizante el que nos hayamos convertido en desencantadores y desilusionadores profesionales de los sueños de otros seres que aún tienen a bien vivir con entusiasmo.

Seguro que muchos de ustedes han sentido en sus carnes, alguna vez, el que alguien les halla puesto pegas y obstáculos a un proyecto o a un ideal, que en ese momento era un alimento perentorio para su alma. Y si rebuscan en el baúl de sus vivencias también puede que se descubran como la espada cortante que en un momento determinado sesgó los sueños de otras personas.

Esta actitud involutiva que mantiene el ser humano de cuestionar y sopesar las ideas e ilusiones, bien sea en uno mismo o en los demás, casi siempre suele ir en relación a la renta o el beneficio que se vaya a obtener al final del camino. De tal forma que si aquello que se promueve no resulta económicamente beneficioso , no es conveniente y se termina viendo como una acción de simple candidez, o poco inteligente.

La pérdida de la capacidad de asombro de la que ya he hablado en otros comentarios, es quizá el origen de los sin sabores que experimenta nuestro corazón. Y así, los pequeños detalles que van conformando la existencia, no son vivenciados con el interés y la atención que merecen. Como consecuencia, terminamos lanzándonos a la búsqueda de emociones fuertes y desafiantes, donde el riesgo y la extralimitación son la ansiada vitamina para la resurrección. Así que jódanse los viejos y los impedidos, que la verdad de sentirse vivos y renovados depende de engancharse de una pata y tirarse con una cuerda por un puente, o de poner la “Kawa” a la velocidad que a uno le salga de los mismísimos cojones. Claro, en esta ausencia de ilusión, de nuevo “Don Ego” puede verse implicado. De ahí a que tengamos que escuchar frases como:

-Pero es que a mí esta ciudad ya se me ha quedado pequeña

Y uno dice:

-¡Coño! ¡Tanto as engordado tú, Johnny!

A quien le pudiera valer las experiencias personales de un servidor, le diré que por suerte, cada amanecer me levanto con un gusanillo nuevo en la barriga. A veces es un libro que me gustaría leer, otras veces es algún plato que quiero probar. Ahora estoy haciendo teatro, y por otro lado, voy aprendiendo algo más sobre vinos. También, desde hace algunos meses, ando preparando productos naturales, como pomadas, ambientadores o dentríficos que elaboro lo más artesanalmente que puedo, porque creo que la artesanía es un arte que sana.

Las aficiones pienso que hay que querer encontrarlas, y flirtear con ellas, aunque al principio no nos interesen demasiado. Con un poco de apertura, les vamos cogiendo el gusto, y si tenemos la fortuna de encontrar a personas que sepan contagiarnos su pasión hacia algo, entonces la magia se dará.

Recuerdo a un albañil que trabajaba cada día tras el muro que daba a mi consultorio. Una buena mañana llegó desbordado, como si hubiese visto una aparición mariana. Pude escuchar como le contaba a sus compañeros una experiencia que había vivido el día anterior en el campo de su hermana.

Les explicaba que a media tarde, mientras tomaba café en el porche, observó que debajo de una parra había un grupo de hormigas, perfectamente organizadas, que cargaban con unas gigantescas cáscaras de frutos secos, y que lo hacían con una gracia y una habilidad que impresionaba . Entregado en su narración, les detallaba el tortuoso camino que recorrieron hasta finalmente introducir sus provisiones en el hormiguero.

Sin duda aquella revelación vivida en lo que podría representar el “micro-mundo”, conmovió de forma ilusionante a aquel buen hombre. Es obvio que había entrado en un estado amplificado de consciencia donde pudo ver la belleza de lo pequeño, en un instante de contemplación.

Puede que sea este el primer descubrimiento para vivir ilusionadamente, la contemplación. Un estado que coloca al ser en una posición de dignidad, donde no se interviene en los procesos, siendo uno un mero espectador de la gran función. En esta disposición se obtiene una calma tan necesitada como provechosa. Una serenidad que nos permite ver el juego vivaz de una naturaleza alegremente ilusionada. Una parsimonia, que nos sensibiliza para así empaparnos del ánima de todos los elementos en sus inagotables recreaciones.

Yo siento como la vida todavía se ilusiona consigo misma, entreteniendo al ciprés con el viento. Maquillando las amorosas tardes con sus difuminadas acuarelas. Acudiendo fielmente a las citas estacionales. Contemplando, siento que el nido de un pájaro aún sigue siendo la cuna más tierna que he conocido. Siento como la savia se afana por ornamentar el bosque, perfumando su madera. Y siento como aún la creación derrocha divertimento, produciendo en su expansividad más y más urdimbres de universo, nuevos tiempos y espacios, para que sean sembrados de inimaginadas posibilidades.

Quiero culminar este texto con el mismo mantra con el que lo empecé.

¡Eh vos, querés ilusionarte ché!

Nuevo Premio Babuchazo: "No te pases ni un pelo".

7 de mayo de 2009










Por el Juan An.


Tenemos el gusto de otorgarle un nuevo Premio Babuchazo, con mucha camomila, al caso de la peluquera rusa del momento. ¡Sí hombre!, ¿no se han enterado? Se lo voy a contar a mi estilo.

Resulta que, hace unos días, saltó la noticia de que en una peluquería de Rusia, un ladrón entró para robar la recaudación, con tan mala suerte que la peluquera era la prima hermana de Chuck Norris, o sea, una experta en artes marciales, habilidad que utilizó la muchacha en el instante para hacerle al pobre delincuente tres llaves de judo y una llave de paso. Salió más mal parado que Remedios Amaya cuando fue a Eurovisión.

Pues a la niña no le hizo falta el neutralizante, lo neutralizó de un puntapié. Una vez reducido en el suelo, lo encerró en la cabina de rayos uvas, le amarró con el cable del secador, y lo amordazó con una tira de las de hacer las ingles, y ya aprovechó y le depiló el bigote. Seguidamente le pidió a sus clientas, la Ivana, la Dimítria y la Bladimira, que se piraran, que ya la policía venía en camino, pero no era cierto.

Nuestra heroína, tras quedarse sola con su víctima, se llegó un momentito a la farmacia de la esquina, y se ve que estaba un poquito a falta, pues compró una caja de Viagra. Durante la siguiente media hora, hartó al caco de pastillitas azules, y cuando el hombre ya tenía aquello como un bote de laca Nelly, la niña, que de tonta no tenía un pelo, se le tiró en lo alto y se volvió loca.
Según declararía posteriormente el ladrón, fueron 48 horas sin parar las que estuvo la peluquera haciéndole “guarreridas españolas”, o para el caso, “moscovitas“. O sea, que en vez de darle un tinte, le hizo una decoloración en el miembro. Podríamos decir que más que sanearle las puntas, le saneó la punta. El resultado fue que el pobre ratero entró a atracarla con la excusa de que le hiciese un cardado, y lo que acabó fue escaldado.

Cuentan que al final lo tuvieron que sacar con una mascarilla, y no precisamente de Loreal. Esa chiquilla no te corta el cabello, te corta la cabellera. Dicen que allí la única espuma que hay es la que echas por la boca de la paliza que te puede dar. Naturalmente, tras lavarte la cabeza no te pone acondicionador, te pone condiciones. Como para que te invite a su centro a una reunión de “Tupper Ware“, vamos, no le compras unos platos o una yogurtera, y es capáz de romperte las rodillas con una kata de Aikido, y luego rematarte con un catavinos. Y es que en ese salón, más que hacerte las mechas, te hacen las brechas. Y como se te ocurra pedirle una ampolla para la sequedad, te deja seco y con ampollas.

Sepan que en su local, “la rusa” no contrata a nadie para barrer, pues los barridos está claro que los propina ella. Por supuesto que no usa el agua oxigenada, sino el alcohol de romero , para rebajar las contusiones. Si piensas hacerte la manicura, mejor no le exijas que te saque las cutículas, porque lo que te va a sacar va a ser una clavícula. Allí no te pintan las uñas, ¡allí te las clavan!

Yo que quieren que les diga. ¡Bravo por la Rusa!, porque con mujeres como esta, la violencia de género se acabaría en tres días. Y como bien dice un barbero amigo, nuestros gallitos ibéricos se iban a enterar de lo que vale un peine.

En cuanto al ladrón, no sabemos si le ha servido la experiencia de escarmiento, pero lo que si ha sacado en claro, es que el mejor tratamiento para prevenir la caída es no entrar nunca en esa peluquería.


Este artículo se lo dedico con cariño a mi madre, a Jose, a Mario, a mi hermana, a mi prima Mari y a mi prima Raquel.

Poema: "El Vino"

29 de abril de 2009

Tú, distinguido compañero en mi caminar,
esencia que sentencias en el paladar.
Tu, desangrado Tinto y Bermellón,
sin vergüenza en mi cabeza
y en mi alma benefactor.
Sagrado licor que me bañas en desnudez,
te vi acoger a toda casta,
encendiendo mi mesa y la del buen burgués.
Pudieras parecer bíblico y pagano,
mas por encima abrigo en el camino
de nuestro vagar humano.
De las antiguas orgías inductor y padre,
de las juergas de la alegría, seductor afable
hoy en una brizna de luz de este chorro escarlata
hacia tu espíritu marcho,
allá entre mi preciada bota
y la boca que ensancho.

Por Juan An

Sorpresas Te Da la Vida, en Re Mayor.

15 de abril de 2009

Por: El Juan An.





"Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas."


Así es, y aunque esta letrilla pertenece a una canción que siempre me pareció bastante bonita, no solía ser en mí, una constante el impresionarme con el panorama musical que acompañaba mi adolescencia, ni siquiera mi recién estrenada adultez, que exclusivamente fue consolada con los levitantes himnos de El Ultimo de la Fila, y los sonidos más vampíricos del pop británico, que tanto me conmovió, y lo sigue haciendo.

Pero como digo , sorpresivamente, y cuando mí sensibilidad musical empezaba a resignarse iremediablemente a las melodías más insípidas y desganadas de la historia del arte, y me refiero a la adolecida época de los 90, el destino me regaló algo que me haría nacer a sensaciones musicales que jamás pensé que existían. Era como tener el mar frente a ti cuando el bochorno veraniego te aploma y no reconocer que esas aguas pueden ser un bálsamo de frescura en tu piel.

Porque, aunque la música clásica siempre estuvo ahí, intentando coquetear con mis sentidos, nunca me atreví a probar su pócima, ya que ponía resistencia a esa enmarañada marea de notas, desprovistas de guitarras y baterías, de las que mis oídos no hacían lectura. Y a esas carátulas de discos , muchas veces en tonos ocres y marrones y que mostraban los rostros languidecidos de unos músicos anticuados y demasiado alejados para mi “body”, en el tiempo y en la estética. Y fue gracias a un inquietado personajillo de aspecto desaliñado, melómano de pro, de esos apasionados, que se montan su propio opus, tocando el violín con una paletilla de jamón y una percha, y dicho sea de paso, que se ha convertido en uno de mis amigos más adorados, ahora soy yo quien fermenta en pasiones, dirijiéndo delante de la mini-cadena, la inconmensurable Júpiter de Mozart con una aguja de mi madre, de las de hacer punto de media.

Recuerdo que me quedé absorto cuando por primera vez, escuché completa la novena sinfonía de Beethoven, La Coral, obra que fue compuesta cuando el músico Alemán, ya estaba más sordo que el jefe de máquinas de un barco mercante. ¿Cómo podía ser eso posible? Es como si un nota con 37 dioptrías en cada ojo pintara uno de los frescos más impresionantes de la historia y se quedara tan a gusto.

Todo el mundo opina que la locura es un mal indeseable, pero no es del todo cierto. Si no, que se lo pregunten a los amantes de la obra de Schumann, que merced a que tenía un buen plomillazo dado, desgranó monumentales melodías, que de haber estado cuerdo, tal vez no las hubiese cazado jamás de entre las musas. Y si no fuera porque me gusta más una mujer que a Martina Lavratilova, os confesaría que los conciertos para flauta de Antonio Vivaldi, hoy me entran solos por el culito y sin vaselina.

Una vez mi compadre Rafa, el inductor de mi afición a este universo de los clásicos, me hablaba de la inacabada octava sinfonía de Schubert, y me decía que ningún estudioso se ponía deacuerdo en cuanto a los motivos que llevaron al genio a dejar a medias aquella composición. Mi amigo sin embargo opinaba con mucha gracia que los dos primeros movimientos eran unas piezas tan bellas que no tuvo cojones de terminarla. ¡Qué lástima que el chiquillo duró menos que una saliva en una plancha! Pero seguro que en su inmortalidad, que la tiene, sigue haciendo sus famosas Schubertiadas, bordando hermosos Lieder en las tabernas del cielo. Quizá, la única pega que le pongo a esta manifestación artística surgida en la vieja Europa, es que huele demasiado a huevos, en detrimento de las mujeres compositoras, que existieron, pero que desafortunadamente una vez más quedaron encerradas en la cajita musical del olvido.

Declaran los entusiastas, que la música es la vida, y en cierto modo, razón no les falta. Y sería una celebración que los jóvenes conocieran y se empaparan del legado de dos siglos que fueron brillantes para este género, del cual, el poder cultural y económico, les ha sabido privar, ofertándoles una única cara de la moneda.

La música clásica es un presumido camino de inflorescencias, donde cada pentagrama se inunda de fantasías cromáticas, pues hay música de cualquier color. Se componían Sonatas doradas, Adagios azules y misas púrpuras.

Y yo he aprendido a amarla, desplegando los lienzos vírgenes de mi corazón, para que sean impresos de su gloria.

Ahora sé navegar sobre impetuosas escalas que se proyectan como deidades hacia las estrellas. Ahora siento como vibran mis entrañas cuando mi espíritu se aventura entre acordes de nácar que van acunando notas de frenesí. Y cada cierto tiempo , en la noche, cuando un claro de luna me va robando los suspiros, suelo preguntarme sobrecojido, ¡Oh, Dios de los Cielos! ¡¿Cómo habría sonado para el mundo la décima sinfonía de Beethoven?!

Sanarse en la Fantasía

1 de abril de 2009

Escrito por: El Juan An.


Los seres humanos de tiempos remotos, parece ser que poseían la capacidad de maravillarse de todas las expresiones de vida en las que se sentían inmersos, establecer comunicaciones con entidades inmateriales, o ser partícipes de experiencias que bien podrían rozar lo prodigioso. Y digo parece ser puesto que cuando una época anterior, no encaja perfectamente dentro de un tiempo lineal, se convierte para las mentes racionalistas en un periodo incierto que más bien tendría que ver con mitos y leyendas, que con un acontecimiento real .

Ni que decir tiene que cualquier documento escrito que pudiera dar testimonio de la veracidad de dichos periodos, termina siendo tachado por los historiadores más ortodoxos y subjetivos con el calificativo de narraciones exóticas, que recogen elucubraciones, infundadas creencias o supersticiones.

Así ha ocurrido con ciertas culturas antiguas, como la cuestionada primera dinastía China, denominada Xiá, a pesar de los recientes hallazgos arqueológicos que vierten luz a favor de su existencia. O de la mítica Atlántida descrita por Platón. O posibles civilizaciones anteriores a la Maya o a la Egipcia.

Podríamos preguntarnos: ¿Qué relación guarda esta explicación con la fantasía y con lo mágico? Pues verán. Leyendo sobre los estilos de vida que estos supuestos seres de la alta antigüedad desarrollaban, así como su forma de pensar y de relacionarse con el medio natural en el que habitaban, podemos apreciar cómo el mundo fenoménico era percibido por ellos con características muy diferentes a como la sentimos los seres humanos de la actualidad.

Todo indica que su dinámica mental se movía hacia una tendencia unitaria, y no dualista como ocurre en los seres humanos modernos. Tanto su pensamiento como su sentir en base a lo que nos ha llegado gracias a las tradiciones animistas, no estaban disociados entre fantasía y realidad, entre materia y espíritu, entre la vida y la muerte, entre el estado de sueño y el de vigilia o entre lo animado y lo inanimado, asumiendo el fenómeno que llamamos vida como un proceso integral, donde la multiplicidad de acontecimientos que componen la existencia, no era más que la aparente e ilusoria diferenciación en partes de una totalidad. De una red que conecta todo con todo. De una trama universal donde los procesos no se dan aisladamente, sino que pertenecen a un solo cuerpo sutil.
Sabemos, merced a la ciencia, que la materia concreta, desde una visión abierta, es una densificación de la energía, que se ha lentificado. Como nuestros sentidos sólo pueden percibir esta realidad concreta, nos lanzamos a pensar que esa es la única realidad, pero honestamente, es una torpeza humana hacer esta aseveración con rotundidad, rechazando la existencia de otros planos de vida. Pues no hemos tenido en cuenta que nuestros sentidos tienen un límite de percepción, y que debido a ello, sólo podemos advertir una parte muy pequeña de las múltiples dimensiones que nos rodean.

Muchas especies animales han desarrollado sus capacidades sensoriales con mayor agudeza y amplificación que los humanos. Así es que pueden percibir movimientos sísmicos con días de antelación, o visualizar imágenes inapreciables para los hombres. ¿Cuantas veces no hemos observado como los gatos caseros dan gañafadas en el aire, dirigiendo el ataque hacia una misma dirección, donde no hay absolutamente nada apreciable? ¿O cuantas veces los perros no habrán ladrado a la pared, con los ojos clavados en algún punto exacto, donde no había nada, ni siquiera sombras? Y no piensen que insinúo que están viendo muertos ni cosas así, ¡no! lo que pretendo explicar es que, si nuestros sentidos tienen una capacidad limitada para apercibirse de la realidad, no estamos en condiciones de definir que es realidad, y que no lo es, ya que ni siquiera podemos comprender, ni interpretar sin dificultades, qué es el mundo concreto, el mundo que vemos, olemos, palpamos y oímos. Obviamente esos animales están viendo algo que para ellos es real, aunque el fenómeno en sí no pertenezca a este plano, y no creo que podamos decir que es fruto de su mente, ya que los estaríamos catalogando como esquizofrénicos, porque entonces todos los gatos y perros del mundo estarían locos.

Exactamente igual sucede con los niños, cuando en sus primeros juegos, incluyen a seres invisibles, con los que comparten su tiempo y su espacio. Con los que se ríen he intercambian secretos. Para estos niños sus compañeros invisibles son tan verdaderos como cualquier otro amigo. No creo que se deba a ningún tipo de trastorno psíquico, ni ninguna inmadurez cerebral. Realmente lo están viviendo con total intensidad y naturalidad.

Quienes sabiamente, son capaces de asombrarse de todo cuanto les rodea, porque asimilan la vida como un acontecimiento, único, insólito misterioso e incomprensible, no hacen distinción entre fantasía y realidad, ya que para ellos un arco iris, un cielo adornado por la Aurora Boreal, o un atardecer cualquiera es un espectáculo mágico y milagroso, que por si mismo tiene connotaciones de fantasía y de ilusión. Por supuesto no están locos, son personas con los pies bien posados en el suelo, pero con la consciencia libre de prejuicios y de dicotomías, por eso no son seres tarados, ya que su mente es atenta, clara y concentrada. Aceptando esta forma de sentir la creación, nos animamos a expresar que habitamos en una realidad fantástica y a la vez toda manifestación, es una fantasía muy real.

Hay una anécdota muy interesante que cuenta como un señor inglés de mentalidad occidental, visitó un lugar de América poblado por aborígenes, y al ver a un indígena hablando con un árbol, se le acercó y con escepticismo le preguntó:

-¿De verdad, tú puedes hablar con los árboles?

Entonces el indígena se giró y le respondió muy sorprendido:

-¿Pero es que acaso tú no?

Es lastimoso que muchas religiones hayan tratado la fantasía como algo negativo y peligroso. Así la imaginación, el vuelo y el fantasear han sido considerados como sombras del diablo a las que hay que apartar a toda costa, . Han propagado la idea de que la fantasía, los cuentos y la magia, son vivencias dañinas porque nos distraen alejando nuestros pensamientos de Dios y de las escrituras. Como si lo divino, siendo una fuerza increíble e inconmensurable, no nos hubiese dado suficiente muestra de fantasía viva, con sus encantamientos, colores, cortejos y oasis. Como si la inagotable creación no contuviese suficiente gracia, chispa, variedad y alegría para crear magia ilusión y filigranas de luceros y paisajes. Como si lo eterno no poseiera recursos humorísticos, para rociar a su antojo el universo, con espirales, ensueños e infinitos hechizos de nebulosas.

Podemos impregnarnos de esa vía sanadora que es la fantasía. Una forma cercana de liberarnos de las limitaciones, de sanar los atascos que nos crea tanta lógica predominante, y la obsesiva materialidad. Toda una oportunidad de sanarnos volviéndonos creativos, rescatando esa inocencia olvidada que los adultos adulterados, queremos abortar en los niños ya desde sus primeras experiencias, inculcándoles la sentencia de la cruda realidad.

Que cruda realidad, ni que pollas en vinagre! Pintémosles coloretes y alas a las penas del alma. Poseemos suficientes entramados neuronales, como para parar cuarenta trenes, quinientos carromatos y diez mil dragones, y luego echarlos a correr y a volar de nuevo si queremos.

Soñemos despiertos.

Sin necesidad de drogas de éxtasis, ni acido, ¡ni su puta madre y padre! ¿Por qué no? Pensemos en un tigre azul sobre el cual galopar entre selvas encantadas. Inventemos un planeta, hecho de aguas coloreadas, que sea habitado por duendecillos de luz, que anden siempre de parranda. porque en la medida en que lo pensamos, lo estamos creando. ¡Ya es real!, ¡existe!, aunque en una esfera vaporosa, etérea, lumínica, a pesar de que lo rechacemos por nuestra férrea inclinación a aceptar como real sólo lo tangible y manipulable.

Acaso todo lo que nos rodea, ¿no es el fruto de una idea, de un pensar, de una imaginación, que luego se transformó en objetos, en casas y ciudades? ¿Cuánto no tendrá entonces de auténtico y valioso el mundo de los pensamientos, que es capaz de proyectarse y generar otros mundos de productos útiles y prácticos?

Usemos todo nuestro potencial creativo. No es malo. No nos va a desconectar patológicamente de la realidad, al revés, nos sintoniza armoniosamente con ella. No es pagano, ni pecado fantasear "¡Joé!" Ni es ninguna debilidad inspirada por demonios ni por “demonias”. Es bucear en las maravillas por descubrir, es volar lejos, muy lejos, envueltos en la belleza de la creación, que nos recuerda con su amor, que juntos somos viajeros en el camino de lo siempre posible.

La Dinastía Ming, el Ajedrez Chino y la leyenda de Hua-Shan.

19 de marzo de 2009


La Dinastía Ming

La dinastía Ming fue la penúltima dinastía china, que gobernó entre los años 1368 y 1644. Sucedió a la dinastía Yuan (1279-1368), de origen mongol. Su sucesora sería también una dinastía extranjera, la dinastía manchú de los Qing (1644-1911).

La dinastía Yuan de los mongoles tuvo que enfrentarse en el siglo XIV a numerosas revueltas debidas en gran parte a los desastres naturales que asolaron China en aquella época. El descontento con una dinastía que, además, era vista como extranjera, provocó numerosas rebeliones. Una de estas rebeliones, que acabaría estableciendo la nueva dinastía Ming, fue encabezada por el monje budista Zhu Yuanzhang, que funda la dinastía Ming ("brillante"), con capital en Nanjing, en el año 1368. Zhu Yuanzhang se convirtió así en el primer emperador de la dinastía Ming. Utilizó el nombre de época Hongwu para todo su reinado, por lo que se le llama habitualmente el "emperador Hongwu".

El emperador Hongwu, soberano competente y eficiente, aunque algo despótico, instauró la paz y la prosperidad. Reformó la sociedad china: abolió la esclavitud, confiscó las grandes propiedades y las redistribuyó entre los pobres, y exigió más impuestos a los ricos. Con Hongwu resurgió el orgullo nacional y la seguridad de los chinos en sí mismos. China empezó a reafirmar su poder sobre sus vecinos, y su ejército era capaz de repeler los ataques externos.

Su sucesor acabaría siendo su hijo, el emperador Yongle. Éste subió al trono tras una breve guerra civil en que se hizo con el poder arrebatándoselo al sucesor legítimo, sobrino suyo. Su falta de legitimidad le hacía tener enemigos en Nanjing, por lo que decidió trasladar la capital a Beijing (Pekín), donde tenía su base de poder. Sin embargo, para poder ejercer el poder desde el norte era necesario tener buenos medios de comunicación con el sur, por lo que la capital se mantuvo en Nanjing hasta que se acabó de construir el Gran Canal.

Sería precisamente durante el reinado de Yongle cuando China se convertiría en la primera potencia marítima del mundo, como evidencian los siete viajes del almirante Zheng He. Y es que sin duda los juncos chinos eran en esa época los más grandes y mejores barcos del mundo, a cuyo lado las pequeñas carabelas españolas y portuguesas quedaban a la altura de cascarones de nuez.

Zheng He, "el Colón chino", fue uno de los navegantes más importantes de la historia, pero su nombre no figura en los manuales, a menos que estos hayan sido impresos en Pekín. El gran eunuco recorrió a principios del siglo XV todo el Océano Índico, viajó por el Golfo Pérsico, exploró la costa oriental de África y parte del Pacífico.

Recientemente, un polémico estudio firmado por el ex-comandante de submarinos británico Gavin Menzies afirma que Zheng He hizo mucho más: entre 1421 y 1423, rodeó el continente negro, atravesó el Atlántico, descubrió América, cruzó el estrecho de Magallanes y fue el primero en circunnavegar el mundo. Si ello fuera cierto, resultaría que Zheng He llegó a América 70 años antes que Cristóbal Colón (1492), y dió la vuelta al mundo 100 años antes que Fernando Magallanes y Juan Sebastián Elcano (1522).

La época Ming fue una época de crecimiento económico y esplendor cultural en que se produjeron los primeros contactos comerciales entre China y las potencias occidentales. Precisamente, el comercio con las potencias occidentales y con Japón, que los Ming intentaron impedir durante mucho tiempo, llevarían a una mercantilización de la sociedad similar a la que se había producido durante la dinastía Song (960-1279).

Estos contactos con otros países, sin embargo, mostraron la debilidad de China frente a Japón y las potencias europeas. La dinastía Ming entraría en declive económico y social hasta su caída durante el reinado del emperador Chongzhen, que se suicidó en 1644 cuando Pekín fue conquistada por un ejército rebelde liderado por Li Zicheng. El vacío de poder que se produjo en China facilitaría la entrada de los conquistadores manchúes, la nueva dinastía Qing. Para los soberanos Ming, que se mantuvieron en el poder casi 300 años, China era el centro del mundo.

En el año 2006 fue hallado un tablero de ajedrez del siglo XIII grabado en una piedra de la Gran Muralla. Según los arqueólogos, el tablero fue usado por vigilantes, posiblemente durante la dinastía Song, y se encuentra junto a una de las torres de vigilancia del célebre monumento. Además se ha encontrado en el mismo lugar otro tablero grabado de un popular juego de esa época, llamado "el tigre se come a la oveja". El tramo donde se localizaron estos grabados está junto a la localidad de Qinhuangdao (noreste de China), el extremo oriental de la muralla, junto a las costas del Mar de Bohai. Aunque la existencia de estos tableros de ajedrez no se nombra en ningún documento histórico, los historiadores consideran que este tipo de juegos eran muy usados por los soldados de la Gran Muralla, durante siglos, con el fin de matar las largas jornadas de vigilancia.

La Gran Muralla se edificó hace más de dos milenios para intentar frenar las invasiones de pueblos nómadas del norte de Asia (mongoles, hunos...) a China, aunque no siempre logró su cometido. Los tramos mejor conservados de esta muralla se encuentran en las cercanías de Pekín, y pertenecen a las partes del muro que fueron restauradas y reforzadas durante la dinastía Ming.

Una teoría actual defiende con argumentos muy serios que el origen del ajedrez está en China. Según dicha teoría fue inventado en los años 204-203 a.C. por Han Xin, un líder militar, para dar a sus tropas algo para hacer durante el campamento de invierno.

El juego chino de los elefantes (Xiang Qi) deriva del Chaturanga y lo transmitieron a Corea y Japón. Se juega sobre un tablero cuadrado. Posee una zona neutral: el río fronterizo. El río simboliza una frontera defensiva. Los elefantes no pueden cruzar el río. Además los peones pueden moverse de lado al cruzar el río. No existe la promoción del peón pero adquieren la cualidad de moverse de lado. Se juega con fichas planas y redondas, que se colocan en las intersecciones de las casillas, en las que están escritas las figuras que representan. Los chinos afirman que la reglas modernas del ajedrez chino fueron formuladas durante la dinastía Song, hacia el año 1.000 d.C. En china el ajedrez chino es mucho más popular que el ajedrez entre nosotros, lo que lo podría convertir en un juego más practicado.

Así describía el escritor norteamericano Foster Stockwell la ascensión que realizó al monte Hua-Shan en 1983:

Muchos otros viajeros occidentales que han conseguido coronar los cuatro picos de esta escarpada montaña también han comprobado la dificultad de la ascensión y experimentado la rara sensación de "convertirse en medio inmortal", aun sin estar iniciados en taoísmo ni saber nada de la mencionada inscripción. No en vano, a medida que se asciende por este emblemático monte, parece que uno estuviera llevando a cabo una de las tareas más arduas de su existencia. Escaso esfuerzo comparado con el efectuado por los monjes taoístas que, orgullosos de prosperar con las privaciones y las dificultades, han construido en las empinadas laderas magníficos templos y un largo sendero hasta la cima, una auténtica escalera que partiendo del mundo permite identificarse con la vía celeste (T'ien-tao) y rozar el espíritu del Tao, causa permanente del devenir universal y del mundo fenoménico que procede de él y vuelve a él.

Escalera al cielo

Desde tiempos inmemoriales el monte sólo ha tenido un sendero único, pero es tan escarpado y estrecho -en algunos puntos el cielo parece un pequeño pozo- que la sensación de peligro es permanente. Hay cadenas para ascender por los escalones -unos diez mil- esculpidos en la roca, pero en algunas zonas del recorrido es preciso sujetarse con las dos manos para evitar el vértigo y el pánico, ya que buena parte del sendero atraviesa precipicios a ambos lados como el del Dragón Negro (canglongling), esculpido en una empinada arista de roca que tiene tan sólo 80 centímetros de anchura.

Hay varias secciones de "cuello de botella" casi verticales, que son sumamente peligrosas cuando hay muchos peregrinos, sobre todo si además hay hielo y agua. Y cuando uno piensa ingenuamente que ha dejado atrás lo más duro de la escarpada ruta se encuentra con unos empinados peldaños que ascienden por un desfiladero con un ángulo de 90 grados. Se trata de la "garganta de los cien escalones". No acaban ahí los sustos: un poco más adelante hay que atravesar el "puente de los dos inmortales", y luego el "entrecejo del mono" para alcanzar caerya, paso que significa "subiendo a la escalera del paraíso".

Una idea de la dificultad de la ascensión la muestra el hecho de que durante la Revolución Cultural, los Guardias Rojos que intentaron destruir todos los templos taoístas sólo consiguieran derrumbar los situados en la parte inferior. Sin embargo, la prueba de resistencia física que supone el ascenso a Hua-Shan no detiene a aquellos que desean disfrutar de este magnífico escenario de picos y precipicios verticales, cascadas, manantiales y pinos venerables. Los peregrinos chinos que visitan el monte parece que si estuvieran haciendo una pequeña excursión y todas las primaveras, entre lilos y almendros en flor, se ve ascender por el abrupto sendero a miles de ellos sonrientes, incluidas ancianas de pies deformes.

Es un misterio cómo construyeron los antiguos taoístas este sendero. Se cuenta que el gran filósofo Lao-Tse, morador de Hua-Shan, surcó los escalones con un arado de hierro en una tarde al ver la dificultad que tenía la gente para abrir un sendero en la montaña. Así y todo, tuvieron que colgarse desde las rocas con cuerdas para esculpir los peldaños en el desfiladero. Igualmente difícil tuvo que ser el acarreo de los materiales de construcción para los numerosos templos que erigieron en los cinco picos. Algunas de las piedras debieron de ser llevadas a rastras por la cara del abismo con los monjes sujetos a cadenas, cuerdas y incluso lianas para arrastrarse a gatas. Aunque ahora un funicular hasta el Pico Este resulta muy caro y la mayoría de la gente precisa subir a pie, sobre los hombros, todo lo necesario para abastecer las necesidades de los templos y de los rudimentarios hoteles que hay en el camino. Desde Hua-Shan, el pueblecito emplazado en su falda, se tarda unas diez horas sin descansar en alcanzar la última cumbre, de forma que es preciso hacer noche.

Inscripciones y leyendas:
Una partida de ajedrez

Poetas, sabios y pintores han dejado inscripciones caligráficas en las rocas de la montaña enriqueciendo así su belleza. Estas caligrafías suelen estar hechas previamente con pincel y sobre papel y luego son copiadas en la piedra por auténticos artesanos. Algunas son pensamientos o poemas escritos en chino literario, incomprensible para muchos chinos modernos; otras simplemente señalizan el camino o se refieren a los templos taoístas que jalonan el sendero a las cumbres. Todos ellos poseen leyendas.

El templo de la Primavera de Jade, por ejemplo, se encuentra en la base del monte y fue construido hace más de novecientos años en memoria del monje taoísta Chen Tuan. Al parecer, Zhao Kuangyin, el fundador de la Dinastía de la Canción del Norte (960-1127), jugó un día al ajedrez con dicho monje, pero el futuro emperador perdió la partida y la montaña se convirtió en propiedad de los taoístas. Desde entonces los emperadores feudales de las dinastías posteriores nunca exigieron tributo a los taoístas de Hua-Shan. El sitio de la famosa partida de ajedrez se ha preservado y hasta principios del siglo XX poseía un tablero de ajedrez con las piezas colocadas tal y como estaban al final de aquella famosa competición.

También hay leyendas relativas a los cuatro picos de granito que coronan Hua-Shan situada en el condado de Huayin, 120 kilómetros al este de Xi'an, con una altitud de 2.200 metros, que a su vez enlazan las cordilleras de Quinling en el sur y bordean el Río Amarillo y el Wei en su parte noreste.

El Pico Medio de Hua-Shan también se llama el Pico de la Chica de Jade. Se dice que en primavera y en otoño Nongyu, hija del duque Mugong del estado de Quin, fue atraída por el sonido de una flauta que tocaba Xiaoshi. Abandonó su vida en la corte y volando en un fénix siguió a Xiaoshi hasta aquel pico para vivir recluida allí.

La leyenda del Pico Oeste explica la existencia de una gigantesca grieta en la mitad como si se hubiera partido con un hacha. Los sacerdotes del templo todavía muestran la marca. En el mango de un gran hacha hay una inscripción que narra la historia: se dice que un erudito que iba de camino a Chang'an para pasar un examen imperial atravesó el monte Hua-Shan y allí se encontró a la diosa del monte. Se enamoraron y tuvieron un hijo. Como a los inmortales no se les permitía amar a los mortales, la diosa fue apresada bajo la gigantesca piedra. Cuando su hijo creció consiguió partir la piedra con un enorme hacha y liberó a su madre.

También se cuenta que los taoístas inmortales se elevaban al Cielo desde las cumbres de Hua-Shan. Ellos se elevaban al cielo, pero todo aquel que ha subido a Hua-Shan se ha convertido en "medio inmortal" y, entre su mar de nubes, ha estado más cerca del cielo.

Poema: "Algo Va a Florecer"

11 de marzo de 2009

Por Juan An

A lomos de un dragón sagrado,
puedo ver los bambúes que ayer me enamoraron.
Allí está el río Wuang,
con su ribera de anea.
El intenso frío se va
y la mañana clarea.
Ya veo a los poetas salir,
nadie sabe a donde van.
Quizás al bosque a escribir,
quizás al cielo a cantar,
desapegados, como la grulla en su posar.
En el parque de anacardos
se han perdido como niños,
de júbilo serpentea el dragón
haciendo piruetas y guiños,
pues los conoce bien,
y sabe que en sus manos
algo va a florecer.
La fina tinta ya insinúa pasión,
el tao, les ha inspirado el corazón.
Un ibisco luminoso entre la hierba se mece,
Peidi declama versos y las piedras se enternecen.
¡Ay, llévame lejos, dragón!
Muy lejos de tanta belleza,
donde pueda asimilar lo vivido,
que llevo ensordecidos los ojos
y cegados los oídos.

Premio Babuchazo.

5 de marzo de 2009



Aceptando la sugerencia de un amigo, que se quejaba de que algunos artículos eran muy extensos, he aquí un texto muy cortito, porque lo breve y bueno son dos veces bueno, y además el tamaño dicen que no importa, ¿verdad Falky?


¡Atención! Teniendo en cuenta la lluvia de acontecimientos que anegan los informativos diarios, y que cada vez más, rondan la tragicomedia, hemos pensado en crear un especial galardón para otorgarlo a casos como el de la trama de narcotraficantes en el que se han implicado a futbolistas españoles y agentes de la FIFA, y bautizarlo con el nombre de: el babuchazo pero no de oro, sino de latón.


¡Como ha cambiado el fútbol! Antes nos escandalizábamos por acciones tan inocentes como cuando en un mítico partido, Míchel le puso a Valderrama la manita en el banderín de corner, y ahora las noticias van a ser que misteriosamente a más de un jugador le faltan rallas en la camiseta. Recuerdan al Papa Juan Pablo II, cuando reveló la perlita aquella que decía: “El deporte nos acerca a Dios.” ¡Ay, que babuchazo se habría llevado el Wojtyla en la Mitra, de haber estado entre nosotros!


Para quien no lo sepa, la babucha es un calzado sin tacón típico de los moros, que las madres andaluzas han usado como nadie cuando sus hijos han cometido una trastada. Pues son auténticas expertas en lanzamiento a distancia de babucha. Son tan certeras como un arquero zen, pero al estilo cañí. Que lástima que el zapatazo fallido a ex - presidente Bush, se lo arrojara un periodista irakí, porque si lo lanza mi vecina Carmeluchi, directamente le hace una traqueotomía que le quita todas las tonterías de por vida. Es cierto, la babucha tirada con maestría produce un efecto mutacional increíble.


Cambiando de tercio, también quiero concederle un babuchazo en “to el cielo de la boca” al presentador de los informativos de una conocida emisora de radio, que en el parte de las 15:30, se ha referido a las elecciones vascas llamándolas las “erecciones vascas”, y lo soltó así, a “falo” seco. Lo sospechoso es que cometió el “lapsus” por dos veces. Aunque al ojo que todo lo ve, por supuesto no se le pasó por alto. Siguiendo su terminología, ¿podríamos decir entonces que el nacionalismo ha pegado un “gatillazo“? De momento la respuesta queda en el aire. Lo que si se ve claro, es que entre el Priapismo del locutor y los deseos follarines de Rodríguez Zapatero, esta Iberia nuestra está más caliente que el cenicero de un bingo.


Escrito por: mi perro Vino, que cuando ladra, sube el pan.

Poema: "Andanzas de un Carnaval"

25 de febrero de 2009

Por Juan An

los guerreros de la orden callejera, once son.
han sitiado calles y esquinas,
enarbolando la bandera del humor,
pues del Teniente Tavira recibían bendición.
Tras su larga conquista,
la escalera de oro han besado al fin,
y merced al fervor del gentío,
solemnes por ella han logrado subir.
Sus cantos fueron gloria,
su gloria allí quedó,
grabada en pergaminos
que un ángel custodió.
Once son,
once locos valerosos,
quienes han prendido sus voces
con el néctar milagroso
que llovió de los dioses.
Once son,
once fuerzas que marchan ebrias de mil colores,
y que llaman paraíso a una plaza hecha de flores.
Cuentan que los hijos de Gades,
diéronles buen vino,
y que estos lo agradecían con su compás divino.
Dicen que juglares y trovadores actuaban por doquier,
más la tropa callejera
a ellos se unía después.
Ora aquí en un mesón,
once nobles se reponen de tan ardua misión.
Uno pregona extasiado
al resto de congregados,
que en torno a ellos
la leyenda a comenzado.
Pues narran,
que desde el asedio,
en lunas de invierno,
una alegre melodía,
brinca y resuena por aquellas callejuelas,
y que en una atalaya,
se ollen los pitos de cañade una bruja y un dios,
que claman con pavor,
cuando ven regresar
a once locos del carnaval.

Un Escrito Sin Título

18 de febrero de 2009

Por Juan An

Hoy no me siento ni vacío ni lleno, ni en quietud ni en zozobra,
ni con vosotros ni solo.
No soy de izquierdas, ni de derechas ni de centro.
No soy ni de Marx, ni del Cid, ni de Franco ni del Che.
Hoy me fugo de tu cielo y de mi averno, de la libertad y del presidio.
Hoy no me atacarán con sus drogas, ni me defenderé con las mías.
Hoy no importa si es por mis obras o por mi fe,
si es mi creencia o mi conciencia, si fue el mono, el barro, o que fue.
Hoy no soy ni cívico, ni cínico. Hoy no hay ni razón, ni sueño.
Hoy ni me esfuerzo, ni me abandono.
Ni doy, ni pido, hoy no me creo ni lo que digo.
Hoy no soy ni ciego ni vidente, ni acto ni docto,
ni cristiano, ni pagano.
No quiero ni a mi patria ni a la tuya.
No añoro ni a mi equipo ni a mi barrio.
Me avergüenzo de los himnos y banderas.
Me abochorno de mi guerra y de tu paz.
Hoy no cultivo la salud, ni utilizo el enfermar.
No persigo ni salvarme ni acercarte,
ni alzarte ni bajarme, ni alegrarte ni dolerme.
Hoy disuelvo la familia, pues me destierro vivo.
Hoy no me importa ni que me leas, ni lo que escribo.
No me afecta lo que piensen ni lo que pienso.
Hoy no acepto ni síes ni nóes.
Hoy busco para no encontrar.
Hoy no existe el demonio, aunque siempre lo supe.
Hoy no creo en la luz ni en la palabra,
al menos por instantes.
Ni en el pobre ni en el rico.
Ni en lo bueno ni en lo malo.
Hoy el fuego me moja y el agua me quema,
o quizá nó.
Hoy no me entenderás, ni pediré que me entiendas.
Soy un extraño, más no me inquieta,
hoy reina el sinsentido.
Hoy no ansío hacerte, ni que me hagas.
Hoy no creo ni en ritos ni en mesías,
ni en el dogma ni en su hereje.
Hoy no me atrapa la sangre,
ni el olvido, ni el recuerdo, ni ganarte, ni perderme.
Hoy no me sirve ni su ofensa ni mi trauma,
ni tu verdad ni mis mentiras.
Hoy lloro de tu risa y me río de mi llanto.
Hoy no me creo ni éter ni sustancia.
Hoy sólo amo en silencio.
Porque hoy estoy frente al océano, hoy soy inmortal,
y siento como mi alma se aleja hacia alta mar, sobre las mareas del Eterno.

Recuerdo de mi Primera Comunión.

10 de febrero de 2009

La Pasión de Juan An.
(Humor).

Hace 23 años fui el gran protagonista de un suceso tan luctuoso como cómico, que marcaría mi vida para siempre. En la mañana del 24 de mayo de 1986 se celebró mi primera y espero que última comunión, al menos en mis próximas quinientas reencarnaciones.

Sí, por supuesto que en este sentido texto hablaré también en tu nombre, y en el suyo señora, y en el tuyo Mari Mar. Pues díganme quién no ha pensado alguna vez crear una asociación de víctimas de la primera comunión, La A.V.I.C donde hacer terapia de grupo en el campo, y curas mediante hipnosis, en la que habría técnicas de desahogo utilizando siluetas de cartón con la imagen del cura de tu barrio, sobre la que poder jugar a los dardos mientras le gritas:

- ¿Por que lo hiciste, padre Piñata? ¿Por qué? ¿Por qué?

Pues, ¿quién no ha escondido alguna vez, colorado como un tomate de la vergüenza, el retrato de su primera comunión detrás de un jarrón cuando ha tenido visitas de amigos o algún ligue? Con ese peinadito de lengüetazo de vaca en ellos , y los lacitos en el caso de ellas.

Después de dos perdidos años en la catequesis, con un par de profesoras que sabían de teología lo mismo que podía saber yo de corte y confección; y de tener que confesarle mis pecados capitales a un sacerdote con mala uva, y con una sotana negra que de lejos me recordaba a Darth Vader, y de cerca al hijo secreto de Johnny Cash; recuerdo que me entró la angustia, pues intuía que se acercaba la hora, que llegaba el día en el que tendría que probarme el conjuntito blanco o azul oscuro, con la terrible incertidumbre de no saber si por la mente de mi madre ululaba la idea de un traje de marinerito o algo peor. Pero en seguida se desató la tragedia, pues sin entender cómo, de pronto me vi en un probador vestido de Popeye. Era como un “clips de playmóbil” con la ropa de Alfredo Landa en “Cateto a Babor“. Los zapatitos blancos fue el regalo de mi abuela, como es típico, y apretaban una barbaridad. El cordoncito de flecos estaba claro que era de oro. De oro del que cagó el moro, vamos.

Llegó el Sábado del sacrificio, y ya camino de la iglesia, con un frío que pelaba, y sin haber pegado ojo, iba sintiendo una inmensa pena de mi mismo. Estuve a punto de arrodillarme y exclamar: “¡Señor, si es posible pase de mí este cáliz!”. Pero el cáliz no pasó, y no sólo eso, sino que encima llevaba dentro un vino dulce de garrafón, de la misma tasca donde el vinagreta de mi vecino compraba el tinto peleón. Digo yo que el cura se podría haber estirado un poquito y haberse “pegao” un lingotazo de Pedro Ximénez, ¿no?

La ceremonia comenzaba con unas ofrendas, y un servidor era el encargado de ofrecer una vasija con agua, pero gracias a la intercepción del Espíritu Santo, también conocido como Palomita Buena Onda, al final fue una niña gordita quién entregó el presente por mí, pues de haber sido yo, conociéndome, el agua y la bandeja habrían llegado volando hasta la sacristía y un poquito más allá por lo menos.

Yo miraba descaradamente al cura y el cura me miraba a mí. El hombre lucía unas “pedazo” de gafas de vista amarillas, que eran, por mi madre, los escaparates de “Simago”, las que años después debió venderle al “!Sargento Slaughter” , ¡porque eran “clavaítas” !

Para más INRI, el niño que había a mi lado en el altar era el quinqui más grande de todo el condado, no mentaré su nombre por motivos de seguridad, aunque de todos modos no creo que ese navegue por Internet. Tenía en el pelo un buen remolino, y de atrás le salía una coletilla. Recuerdo con nitidez el momento en el que iba a comulgar, pues miraba con unos ojos de pocos amigos al padre Piñata… como diciéndole “¡Hostias las que yo te daba a ti!”. Yo lo vigilaba por el rabillo del ojo, ya que ese habría sido capaz de mangarme la cadenita, el cordón con la cruz, y hasta el sello de plata allí mismo . Aunque en el fondo me habría hecho un favor. Me dieron ganas de girarme y decirle: “No te apures titi, que hoy estarás conmigo en el paraíso.”

Les confieso que mientras ofrecíamos a duras penas el cántico ese de “Si en verdad Dios te ama di amén” , que tenía más coreografía que un videoclip de Locomía, yo observaba la primera banca , pensando: “¡Qué buenas cachas tiene la Silvia! ¡Que guapa se ha puesto con esas mallitas verde agua!” Era la hija de una clienta de mi madre, y esa niña sí que estaba para haberme fundido en comunión con ella, si me hubiera pillado con diez años más.

Lo cierto es que lo único que me consolaba era pensar en la montaña de regalos que me aguardaban luego, creo que este sentimiento es común en el 99% de los casos, ¿verdad? Pensaba en un monopatín, en la nave de Star Wars, en una maquinita de aquellas de monstruitos cutres que nos hacían alucinar, en unos tenis con luces, y en la equipación de Arconada. Al salir del templo, decenas de personas me rodeaban. Todos se querían fotografiar conmigo, me sentía tan alagado como la Pantoja en el Rocío, cuando iba con el caballo. Hasta la Silvia me regaló un beso, ¡mmmmmh!. La verdad es que tuve mi minuto de gloria, “pa que” vamos a negarlo. Muchos me decían “¡Felicidades!” Pero a mi sólo me preocupaba lo que habría dentro de las bolsas que portaban.

Una vez en el convite, yo jugaba con mi primo a escalar por los cajillos de cerveza, para así intentar olvidar el suplicio, pero mi madre se empeñaba en que fuera a reconocer y a saludar a su tía Manuela, a su primo Miguelito, y a la mujer de su sobrino, y yo les juro que por más que les miraba, era la primera vez en mi puñetera vida que los había visto, no conocía a ninguno de esos familiares, ni directos, ni indirectos. Seguro que esto les ha pasado a ustedes, ¡a que sí!

Más tarde mis padres me pusieron a repartir recordatorias a los invitados, pero yo intenté vendérselas a veinte duros, aunque no coló. Al cabo de unas horas, mi padre y mi tío Pepe, empezaban a realizar movimientos en zigzag con el cuerpo, y a cantar aquella copla de “Se Murió Carmen Amaya” , pero yo juraría que el vino de consagración se había quedado en el altar. Cuando llegó la ansiada hora de recibir los regalos, me froté las manos, pensando que tanto calvario pronto iba a tener su recompensa. Pero me llevé la desilusión de mi vida. Pues todos los regalos eran del tipo, “recuerdos de comunión”, pero absolutamente todos. Me llovieron guitarritas de esas blancas, de plástico con una muñequita pintada, plumas estilográficas con adornos dorados, libros cursis para recoger dedicatorias de parientes desconocidos, una cajita de música de color crema, con un angelito rezando, una agenda de las mismas tonalidades y motivos, y un juguetito, que era una cabina de teléfono, de color marfil, con caramelitos dentro. Cuando vi todo aquello, me harté de llorar. No sabía si destrozar a bocados el muñeco de comunión, o ahogarme dentro de la tarta. Para colmo de males, mis padres insistían en que sonriera, que ese era mi día y debía estar contento por recibir el santo sacramento, pero yo lo único que había recibido eran palos por tos lados.

Además recuerdo que no quería sonreír, porque hacía poco que se me habían caído casi todos los dientes de leche, y tenía toda la boca llena de mellas. Cuando la abría era una mezcla entre Gargamel, “el Peíto” y Juan Tamariz. El remate fue la cámara de videoaficionado con la que mi vecino Rafael grabó. Era de las primeras que salieron, y la imagen se veía verdosa y muy desenfocada. El resultado de la grabación os lo podéis imaginar: un esperpento de niño vestido de marinerito, con el trajecito lleno de lamparones, la cara de color verde como un “Green Lips” , y desenfocada, con gafas empañadas, la dentadura como la chilindrina, el lengüetazo de vaca en el flequillo y encima “cabreao” con los regalos.

Bueno, aquí concluyo el relato de mi inquisición, mi Cruz de Caravaca ,que encima lleva doble madero. Para mí sin duda este fue un trance más oscuro que el sobaco de Obahma. El capítulo no editado de Historias para no Dormir, la segunda parte del Niño de las Monjas, y con toda seguridad, la crónica de una apostasía anunciada.


Escrito por: El Juan An.


Nota aclaratoria: todo esto ocurrió mucho antes de que me pasara lo de la vista, lo digo por lo de las descripciones visuales.

El Sentido del Agradecimiento

4 de febrero de 2009

Cuenta un sabio refrán que es de bien nacido ser agradecido. También dice la letra de una canción: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me ha dado la marcha de mis pies cansados.”



Mas oí a un místico musitar, que antes de la paz debe ser la gracia. Dar las gracias hace que se temple un alma humilde. Aquel que ejerce la gratitud, su rostro es suave, y lleno de claridad. Sin embargo, es la queja el pan nuestro de cada día, y paradójicamente ocurre en las sociedades más desarrolladas. Pues es lamentable ver las penitencias de personas arrastrando carretas llenas de demandas y exigencias que, naturalmente, nunca pueden ser saciadas. Se convierte en un querer y no poder. Y lo más grave, a mi parecer, es que el ser quejumbroso cohabita con una humanidad carente de todas las comodidades que él posee, y ya no sólo sin que muestre compasión alguna, sino que por el contrario con desprecio, o recelo en el mejor de los casos, porque el velo que cubre sus ojos no le deja contemplar algo más que no sea su aureola de importancia personal. Así es, mientras unas personas van a comprar a la frutería, cabizbajos y enfadados porque se les chafó la excursión a la nieve, otras dan gracias con lágrimas en los ojos porque al fin han podido llegar solos hasta la frutería, con la ayuda de unas muletas. Tal vez el acostumbramiento en el que nos vamos sumergiendo toscamente, y la pérdida de asombro hacia los acontecimientos de la vida cotidiana, y por supuesto el egocentrismo desmedido, nos ha llevado a valorar tan sólo lo exaltante, la grandilocuencia, la exuberancia emocional. El deber es desaprobado como un mal que hay que abolir porque no dignifica al ser humano, y los derechos siempre individuales, por supuesto, son los logros que mejor representan los principios de democracia y libertad.




Hay tantos motivos para dar gracias, a pesar de las crisis económicas, y a pesar de que todas las conjunciones lunares, planetarias, astrológicas y universales conspiren exclusivamente contra uno, (¡Qué importantes somos! ¿Eh?) que no habría excusa para tanta protesta, para tantos derechos, para tanto aburrimiento , para tanta aspiración a aburguesarse sin ser burgueses.¿Acaso no es un privilegio tener un colchón caliente donde poder forjar los sueños más prodigiosos, y los besos cómplices de una pasión liberadora? ¿Acaso no es un lujo casi inmerecido poder abrir un simple grifo cada mañana y que mágicamente brote un manantial de agua caliente? Son miles las mujeres y los niños que diariamente tienen que caminar más de veinte kilómetros, cargados con bidones, para conseguir un poco de agua contaminada con la que poder beber y cocinar. ¿Acaso no es una suerte poder vestir en cada jornada prendas limpias y nuevas a nuestro antojo? Pero es tanto el inconformismo y la ingratitud que nos atrevemos a romper la ropa o a comprarla ya con jirones y agujeros, porque de ello hemos hecho o nos han impuesto una moda de estética miserable.


El sentido de gratitud ante los alimentos lo despreciamos cuando hacemos a nuestro paladar selectivo, admitiendo unos alimentos y rechazando otros. O en tendencias como la gula, o en el extremo contrario la inapetencia o el miedo a engordar. Tal es la inconciencia ante la gracia que es en sí el alimento , que en los restaurantes “Self-Service” tienen que penalizar a los comensales que se marchan dejando los platos llenos de comida.¡Qué vergüenza!Díganme, y no es vana sensiblería, si no es motivo para dar gracias el que nos regalen la posibilidad de admirar las infinitas cúpulas de estrellas que adornan cada madrugada. Una obra que va más allá de cualquier expresión artística y de todas las maravillas reconocidas por la UNESCO, un fascinante espectáculo de magia sin truco, una danza mística de estelas, destellos y explosiones, de milagrosos verdes, rojos y dorados, que no desisten en llamar a despertar nuestra atención.Quiero culminar con un cuento que oí no hace mucho a un Bahai, y dice así:


Una vez el Señor de la Vida vino al mundo encarnado en un mendigo harapiento, y adentrándose en un pueblo llegó a la casa de un humilde zapatero. Tras saludarle, le pidió si podría arreglarle sus sandalias gratuitamente, ya que no tenía monedas con las que pagarle. El zapatero le respondió que de ninguna manera, pues ya estaba cansado de hacer favores sin remuneración alguna. Se lamentaba profundamente de ser humilde y de tener pocos recursos con los que sacar adelante a su familia. Entonces el mendigo le explicó:- Bueno, en realidad, si tú quieres, yo puedo darte cinco mil dólares a cambio de tus brazos.
El zapatero dudó un instante y luego le contestó que si hacía eso cómo iba a poder comer solo, cómo podría jugar a las cartas, y como iba a acariciar a sus hijos. El mendigo, después de oírlo dijo:

- Pues te compro los ojos a cambio de un millón de dólares.

El zapatero lo rechazó explicándole que cómo podría a partir de ahí trabajar, caminar sin tropezar y ver el amanecer. El vagabundo le ofreció tres millones de dólares a cambio de sus oídos. Pero el hombre no aceptó con el argumento de que sin oídos no podría escuchar los cantos de los pájaros ,ni cuando llaman a la puerta, ni la risa de su esposa. Entonces el mendigo le dijo:

- ¿Ves ahora, amigo, lo afortunado que eres y todos los tesoros que te entregó la vida?

Desde aquella hora, el buen hombre vivía dando gracias por cada respiración que el cielo le regalaba.

Muchas gracias .


Escrito por: El Juan An.

LA DRAMÁTICA HISTORIA DE LEOPARDO DICAPRIO.

21 de enero de 2009

"La Esclavitud de los Animales"

Por: El Juan An.

Pensando una buena manera de introducir el tema que trata la esclavitud de los animales, de repente se me encendió la bombilla de bajo consumo, y se me ocurrió ilustrarlo con una escenificación que hace unas semanas tuve que improvisar en mis clases de teatro. Así que les narraré brevemente la triste historia de Leopardo Dicaprio.




La aurora se iba desvistiendo de sus azules gasas, mientras que el calor en el aire ya auguraba otro rojo amanecer sobre las criaturas de la selva.

Parecía que iba a ser un día más en el asombroso transcurrir de las especies y de su armoniosa supervivencia, pues el magno astro de la vida invitaba de nuevo al chapotear de alas de los flamencos, y a la apresurada salvaguarda de los cervatillos y las cebras que apenas se distinguían entre el paisaje.

A los pies de un cocotero, y entre la sombría hierba se desperezaba un joven y estilizado Leopardo, de clavantes y hambrientas pupilas. En su libre albedrío de movimientos y acrobacias, se relamía el hocico de imaginar si quiera el olor a carne que debería saciarle en aquel hermoso despertar.

Su dorado pelaje lucía lunares de una profunda y desafiante tonalidad negra, que le otorgaban poderío y misterio ante los cientos de ojos que desde los árboles le contemplaban. Aquel día, el felino se dirigía a su lago favorito donde le gustaba revolcarse en un extraordinario gozo. Mientras, iba olisqueando con sigilo el rastro de una preciosa hembra a la que venía rondando hacía ya algún tiempo. Tras el refrescante chapuzón y aprovechando un claro entre la maleza, corrió a la velocidad de una centella, como siempre gustaba hacer para fortalecer sus músculos. Tras un instante en el que el animal paró a reponer fuerzas, un chasquido llamó su atención, pero antes de que sus alertas le advirtieran de alguna amenaza, un fino artefacto se incrustó en su costado, haciéndole caer de lado. Lo último que sintió fue un errante calor que le recorrió todo el cuerpo desde la cola hasta la cabeza.

Cuando despertó, se encontraba en un lugar muy extraño, rodeado de paredes de grueso vidrio . Su temerosa mirada se desplazaba desconsoladamente hacia todas las direcciones, pero solo hallaba espanto. El pavor le incitaba a hundir sus garras en un pavimento de amarillos terrones. Enloquecido, se golpeaba contra los límites de aquella reducida cárcel de a penas unos metros cuadrados, en su lucha por escapar de esa pesadilla que su mente rechazaba.

Decenas de personas se detenían ante él, y con incesantes flashes de fotos saturaban sus retinas. En nada se asemejaban a aquella luz diamantina que el sol africano espolvoreaba sobre el rocío de las hojas, alegrando su existencia. Pasaron las semanas, los meses, y los años, y aquella majestuosa fiera se había convertido en un atrofiado y entristecido ser, que sabiendo que nunca más se bañaría en las aguas de remanso, y que jamás surcaría como una flecha el verde y frondoso hogar del que fue arrancado, tuvo que aprender a soñar despierto si quería sentirse libre de su infinita condena en una jaula de soledad.

Querer concienciar a las personas de la crueldad que encierran actividades como el apaleamiento de focas, o la caza de zorros con fines lucrativos por parte de la industria de la peletería, o la brutalidad que muestran festejos locales donde se arrojan cabras desde campanarios, o las peleas de gallos, o perros, no es mi pretensión en estas líneas, ya que considero que estas prácticas hablan por si mismas de lo inhumano y vejatorio que resultan para la mayor parte de la sociedad. Quizá sea más necesario incidir en esas otras costumbres y estilos de vida donde la esclavitud de los animales está justificada y asumida sin la gravedad que realmente subyace en este fenómeno, siendo considerada por tanto como una acción natural y placentera para el ser humano.

Desde una visión occidental, todo empezó con la Biblia, cuando en el Génesis se dice que el reino animal fue creado por Dios como servidumbre del hombre, pudiendo ser sometido a su mandato. Pero hoy en día se conocen las versiones antiguas y originales del libro sagrado donde la relación de los animales con los hombres se basa en la compañía que estos seres le brindarían a lo largo de su existencia, revelación que varía sustancialmente el sentido de la escritura. Desde el análisis antropológico, la actitud de dominio y poder del ser humano sobre los animales surge cuando éste abandona la vida nomádica y se vuelve sedentario, situación que le llevaría directamente a la domesticación y explotación del ganado y de las aves. Esta transformación produciría a la vez un cambio en su nivel de percepción en el que se acabaría sintiendo definitivamente superior a las demás especies vivas. Comienzan así los rituales religiosos donde serían sacrificados todo tipo de animales, sirviendo a la vez en muchas culturas como divertimento lúdico. Todos recordaremos como en los libros de texto esta situación se representa gráficamente con una pirámide donde, desde su base hasta su cúspide, va mostrando las diferentes especies según correspondan dentro de una cadena trófica. Y por supuesto, el hombre aparece en la parte superior de la representación como rey supremo de la creación. No olvidaré una vez en clase, cuando en un ejercicio tuve que dibujar esta imagen , pues sobre la cabeza del glorificado hombre con barbas se me ocurrió colocar cuatro buenos piojos de la nobilísima familia de los Pediculidae, transgrediendo así las leyes de la naturaleza. El amor propio de la profesora quedó tan ultrajado al verlo, que me costó una expulsión al pasillo.

Las mascotas domésticas van “in crescendo” en nuestra sociedad actual, ya que el hombre incurre cada vez más en el intervencionismo y en la irresponsabilidad. Por ejemplo, la moda de criar especies tropicales en casa, como la Iguana, que ha sido introducida en un hábitat demasiado artificial para su supervivencia. Recuerdo que un amigo saharaui consiguió traer desde el desierto hasta Cádiz un exótico lagarto negro de gran dimensión, y con la zona inferior del tronco de color anaranjado, que para sobrevivir necesitaba exclusivamente el calor y la luz natural de su lugar de origen, y una alimentación específica que no era fácil de sustituir por otros nutrientes. A las pocas semanas, el hermoso lagarto murió raquítico tras un deterioro progresivo. Sin duda aquello no fue más que un capricho con bastante insensatez.

Hasta hace poco, en los puestos ambulantes se vendían pollitos que eran pintados de todos los colores, incluyendo el pico y a veces hasta los ojos, y que solían hacer las delicias de los niños. Yo de muy pequeño tuve varios. Pero duraban poco. A uno lo estrujé creyendo que era un juguete, a otro lo tiré por el balcón esperando que volara, y efectivamente descubrí que lo hacía, pero hacia abajo. A otro que era rosita, lo ahogué sin querer en el cubo de la fregona, se llamaba “Luke“, y uno de color celeste y blanco murió pegado a una botella de agua caliente que le puse para que no tuviera frío. Sé que el día que me vaya de este mundo me debe estar esperando un pollito lila de 30 metros para rematarme a picotazos.

Por supuesto que no me hace demasiada gracia ver a las aves enjauladas en su universo de 50 cm3. Ni tampoco que existan perros que nunca salen a la calle, y que hacen sus necesidades en la terraza, con lo lindo que es cuando sacas a tu “Negri” al jardín por la mañana, y ya de vuelta con la bolsita, te grita un extraño desde el coche: “¡Quillo! ¿Qué, la llevas calentita?…"

El fenómeno de nuestros queridos ponis de feria es otra tragedia de la que muy poca gente se percata, pues estos caballos son sometidos a fatigosos traslados en camionetas donde viajan hacinados durante muchos días. Su vida se reduce a un carrusel en el que dan vueltas durante más de nueve horas seguidas, con una estructura d hierro, que por un lado va conectada al eje central de la atracción y por otra parte sujeta sus cabezas, impidiéndoles parar, ya que si lo hicieran se dañarían el cuello y serían arrastrados. Sus ojos terminan seriamente lesionados por las cegadoras luces que directamente les iluminan. Su sistema nervioso y sus sensibles oídos, quedan muy afectados por el alto nivel de decibelios de una música que han de percibir constantemente. Por supuesto, las pérdidas económicas que supone para un feriante que los animales enfermen de la columna vertebral o queden preñados hace imposible que los caballitos reciban descansos por dichas causas.

Hay quien argumenta sarcásticamente que si se acabasen estas diversiones, estos animales sólo servirían para hacer con ellos mortadela. Que pena que ignoren que existe la Equinoterapia, una actividad terapéutica para niños que padecen retraso psicomotor, y con enfermedades de tipo autismo y parálisis cerebral. Consiste en una unión muy especial y sensitiva que se establece entre los pequeños y los caballos, sobre los que realizan suaves paseos por el campo, ayudándoles de una forma muy bella y positiva a despertar funciones físicas y mentales.

La manifestación más evidente del Especismo se concretiza en los zoológicos, dolorosas cárceles para inocentes, donde se aplica la cadena perpetua, y que, como expuse más arriba, se conciben como un maravilloso atractivo turístico y cultural. Tengo la fundada sospecha de que quien no pueda digerir bien esta diferente visión, a pesar de haber conocido toda la información, tal vez es porque le hubiese gustado aparecer en mi libro de ciencias naturales, coronando la pirámide, aunque le faltasen manos para rascarse la coronilla. Y es que la soberbia es el veneno mas corrosivo que posee el ser humano. ¡Pero eso sí, que no se cacen ballenas ni se coma carne de perro en oriente, que es una barbaridad! ¡Hipócritas! Hay infinitud de trabajos científicos, que demuestran con todo tipo de pruebas, que los animales que viven en cautividad desarrollan enfermedades graves, como depresiones, estados auto-agresivos, locura, tumoraciones …

Por supuesto que es comprensible que las personas necesitemos el contacto con los animales, pues son fascinantes, nos alegran y nos ayudan extraordinariamente. Y como no es honrado hacer denuncias sin dar soluciones, sugerimos que los zoológicos se transformen en exposiciones móviles, circuitos no demasiado extensos, donde se tenga la oportunidad de visitar a las especies, sin ser cómplices de sus carceleros. De forma que una vez terminada la gira por las capitales de provincia, todos los individuos sean de nuevo liberados a la naturaleza sagrada de la que nunca debieron ser raptados. Esta idea es absolutamente factible, porque así es como funcionan los circos. Y que al fin acabe este macabro safari, replanteándonos la interrelación con nuestros insólitos e increíbles acompañantes en la gran fábula de la vida.