Nuevo Premio Babuchazo: "No te pases ni un pelo".

7 de mayo de 2009










Por el Juan An.


Tenemos el gusto de otorgarle un nuevo Premio Babuchazo, con mucha camomila, al caso de la peluquera rusa del momento. ¡Sí hombre!, ¿no se han enterado? Se lo voy a contar a mi estilo.

Resulta que, hace unos días, saltó la noticia de que en una peluquería de Rusia, un ladrón entró para robar la recaudación, con tan mala suerte que la peluquera era la prima hermana de Chuck Norris, o sea, una experta en artes marciales, habilidad que utilizó la muchacha en el instante para hacerle al pobre delincuente tres llaves de judo y una llave de paso. Salió más mal parado que Remedios Amaya cuando fue a Eurovisión.

Pues a la niña no le hizo falta el neutralizante, lo neutralizó de un puntapié. Una vez reducido en el suelo, lo encerró en la cabina de rayos uvas, le amarró con el cable del secador, y lo amordazó con una tira de las de hacer las ingles, y ya aprovechó y le depiló el bigote. Seguidamente le pidió a sus clientas, la Ivana, la Dimítria y la Bladimira, que se piraran, que ya la policía venía en camino, pero no era cierto.

Nuestra heroína, tras quedarse sola con su víctima, se llegó un momentito a la farmacia de la esquina, y se ve que estaba un poquito a falta, pues compró una caja de Viagra. Durante la siguiente media hora, hartó al caco de pastillitas azules, y cuando el hombre ya tenía aquello como un bote de laca Nelly, la niña, que de tonta no tenía un pelo, se le tiró en lo alto y se volvió loca.
Según declararía posteriormente el ladrón, fueron 48 horas sin parar las que estuvo la peluquera haciéndole “guarreridas españolas”, o para el caso, “moscovitas“. O sea, que en vez de darle un tinte, le hizo una decoloración en el miembro. Podríamos decir que más que sanearle las puntas, le saneó la punta. El resultado fue que el pobre ratero entró a atracarla con la excusa de que le hiciese un cardado, y lo que acabó fue escaldado.

Cuentan que al final lo tuvieron que sacar con una mascarilla, y no precisamente de Loreal. Esa chiquilla no te corta el cabello, te corta la cabellera. Dicen que allí la única espuma que hay es la que echas por la boca de la paliza que te puede dar. Naturalmente, tras lavarte la cabeza no te pone acondicionador, te pone condiciones. Como para que te invite a su centro a una reunión de “Tupper Ware“, vamos, no le compras unos platos o una yogurtera, y es capáz de romperte las rodillas con una kata de Aikido, y luego rematarte con un catavinos. Y es que en ese salón, más que hacerte las mechas, te hacen las brechas. Y como se te ocurra pedirle una ampolla para la sequedad, te deja seco y con ampollas.

Sepan que en su local, “la rusa” no contrata a nadie para barrer, pues los barridos está claro que los propina ella. Por supuesto que no usa el agua oxigenada, sino el alcohol de romero , para rebajar las contusiones. Si piensas hacerte la manicura, mejor no le exijas que te saque las cutículas, porque lo que te va a sacar va a ser una clavícula. Allí no te pintan las uñas, ¡allí te las clavan!

Yo que quieren que les diga. ¡Bravo por la Rusa!, porque con mujeres como esta, la violencia de género se acabaría en tres días. Y como bien dice un barbero amigo, nuestros gallitos ibéricos se iban a enterar de lo que vale un peine.

En cuanto al ladrón, no sabemos si le ha servido la experiencia de escarmiento, pero lo que si ha sacado en claro, es que el mejor tratamiento para prevenir la caída es no entrar nunca en esa peluquería.


Este artículo se lo dedico con cariño a mi madre, a Jose, a Mario, a mi hermana, a mi prima Mari y a mi prima Raquel.

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