Hacia el Ocaso de los Ejércitos

10 de diciembre de 2008











Nada mas lejos de mi voluntad queda el hacer un ataque personal hacia los militares, pues no es esa la intención que me mueve. Porque sé que en su mayoría son personas honradas y con humanidad, pero que por simple ignorancia deciden ingresar en estos cuerpos. Este mensaje es más una reflexión sobre el papel que en el siglo XXI juegan los ejércitos como instituciones que son.





LA HISTORIA UNIVERSAL ESTÁ BASADA EN LOS CONFLICTOS.




TODA GUERRA ES UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD.





QUIEN NO CREE EN ELLAS NO LAS JUSTIFICA NUNCA.





Sólo cuando los ejércitos desaparezcan para transformarse en campesinado podremos empezar a hablar de paz, una palabra que ha sido desvirtuada, manipulada e incomprendida por los hombres y las naciones. La paz es una profunda vivencia emocional y espiritual, infinitamente mas preciosa que toda concepción que el poder ha creado en torno a ella. La paz es un estado de amor incondicional e indisoluble, que no se puede usar como justificación. La paz no es el polo opuesto de la violencia, sino que a esta la transciende, por lo tanto es una gran contradicción intentar combatir para al fin obtenerla. La paz no es un cristal frágil que se puede romper tras un fracaso diplomático. La paz no es una tregua, ni un alto el fuego, ni ninguna de esas tretas que sólo se han utilizado como estrategia para el posterior rearme. La paz no se logra mediante el combate, porque precisamente su propia naturaleza pacífica impide que sea conseguida mediante instrumentos de lucha.





Hemos de concienciarnos de que nunca ha habido una guerra que fuese justa, porque éstas siempre fueron originadas por el poder, la ambición y arrogancia de emperadores, religiosos, políticos, Generales, Jefes de Gobierno, transatlánticas, etc. Siempre que alguien alza su voz a favor de la abolición de los ejércitos, aparecen personas esgrimiendo manidos argumentos con los que sostener su criterio militarista. Argumentos como: “Si no tuviéramos tropas, ¿cómo nos defenderíamos en caso de que otros países nos invadieran?”. o cuestiones como: “¿De que manera cumplimentaríamos los compromisos internacionales adquiridos para el apoyo y reconstrucción de ciudades destruidas?”. Pero la respuesta es muy sencilla a poco que nos aflore la sensatez humana. Hay que enterrar la idea de que los países desmilitarizados, son un objetivo fácil para los países más beligerantes. Por desgracia, y justamente por causa de la existencia de las armas, todas las naciones, por múltiples razones, representan una amenaza para las grandes potencias. Pero sobre todo aquellas que cuentan con desarrollada tecnología nuclear para uso militar. Un ejemplo es la tensión que existió entre Corea del Norte y E.E.U.U., dos leones que se miran a los ojos. En el planeta aún existen veintidós países sin ejércitos, como por ejemplo Andorra, Haití, Liechtenstein, Maldivas, Samoa, Costa Rica.





Esta república posee una de las democracias mas sólidas y transparentes de América, gozando de un creciente desarrollo social. Es sin duda un paradigma para todas las demás naciones del mundo. Y aunque es cierto que hablamos de pequeños estados, también Israel es un pequeño estado, y diariamente vemos como su ejército tortura sin escrúpulos al pueblo palestino. Es ridículo ese pensamiento ingenuo y absolutamente obtuso por parte de los militares, que les hace sentirse portadores de un bien para su patria, al asumir su defensa militar, y con ese orgullo alimentan su ideal, pero sin tener en cuenta que por la misma posición que ocupan, un día podrían llegar a ser ellos los invasores de algún territorio, porque su gobierno así lo ordene. De hecho, es lo que ocurrió con ese inhumano asedio al pueblo de Irak.





¡Oh, legendaria Sumeria, quién te lo diría!

Hace poco nació una niña muy querida en mi familia, que ha traído felicidad al hogar. Suelo tomarla en brazos y pienso en su futuro, e inevitablemente en el de tantos niños como ella. Y ahí soy consciente de que todos esos minúsculos seres un día pueden llegar a convertirse en soldados de guerra y tener la obligación de matar a otros seres de su misma especie, o ser ellos carne de cañón de algún miliciano. ¿Le parece dramática y exagerada esta hipotética situación? ¡Pues esto sucede todos los días sobre la faz de la tierra! Siempre recordaré la noticia de aquel niño irakí llamado Ali, que al comienzo de la barbarie sufrió la mutilación de sus dos brazos, producida por una bomba. En esa misma explosión murieron su madre y su padre. Desgarrador, ¿verdad? Increíblemente el ex presidente de España y sus hombres, hoy siguen justificando aquellos bombardeos. Curiosamente los mismos que ahora reivindican ante la Unión Europea las profundas raíces cristianas de Europa. El cinismo en estado puro.





Si verdaderamente los ejércitos constituyesen una fuerza solidaria en la ayuda humanitaria, como así lo publicitan los gobiernos, ¿no creen que ya se habría erradicado en gran medida la hambruna y la carencia de recursos para la supervivencia de las comunidades más deprimidas? ¿Para qué necesitan una logística militar, y todo un despliegue bélico, si hablamos únicamente de acciones de paz? ¿No sería más inteligente y resolutivo convertir el fusil en una azada, o aprovechar la eficiente fuerza humana en enriquecer tierras baldías para su uso agrícola? Sí, proponemos una total reconversión de las Fuerzas Armadas en cuerpos especializados en la colaboración para el desarrollo del tercer mundo, reconvirtiendo los ministerios para la defensa en ministerios del humanismo. ¿Le parece utópica la idea? ¿Saben que con el dinero que cuestan veinte aviones de combate podría alimentar a 46 millones de personas? Esta es la cifra real de niños que padecen hambre, sólo en el continente americano. Los beneficios económicos del negocio armamentista en el mundo son escalofriantes. El gasto total de la industria del armamento es de más de un billón de dólares al año, 6 millones de pesetas cada segundo. Hagan ustedes sus propias reflexiones. ¿Saben que España vendió en el año 2005 material de defensa por valor de 419 millones de euros a 48 países, incluyendo algunos en donde se violan los derechos humanos? ¿saben que es la nación del mundo que más munición vende al África sub-sahariana? ¿Saben que el 30% del presupuesto general del estado español, se ha destinado a la investigación militar? Más que el presupuesto invertido en investigación sanitaria. ¿Saben que importantes bancos y empresas españolas han colaborado con las guerras financiando la construcción de las terribles bombas de racimo, obteniendo de ello grandes rentas? Realmente es un negocio redondo al que no se le conocen periodos de crisis, y que interesa mantener.





El mismo G-8 que elaboró una lista de objetivos para la prosperidad del mundo, está presidido por las naciones que más se enriquecen con la industria del armamento, y alguno de esos gobiernos hoy siguen promoviendo guerras civiles en diversos países de África, para luego venderles fusiles y morteros a ambos bandos. ¿No les resulta descaradamente sospechoso que en Afganistán, una nación que está siendo invadida por más de cuarenta países, el cultivo de la amapola para la obtención de opio se halle actualmente en su mayor apogeo? Si el cultivo de la amapola es fuente de financiación para los talibanes, como así aseguran informes oficiales, ¿Porqué la aviación norteamericana no ha destruido ya las plantaciones? ¿Quién desea controlar verdaderamente esto? Siento que somos muchos los que no nos creemos absolutamente nada. ¿Cómo es posible que, pese a los constantes ataques de la OTAN sobre este territorio, surjan cada vez más grupos terroristas talibanes? ¿Podría ser quizá que dichos talibanes no fuesen tales, y que lo que realmente esté ocurriendo en este oscuro y extraño conflicto sea que el mismo pueblo civil, impotente y desesperado ante la provocación de tanto extranjero invasor, se levante en armas para defender lo que es legítimamente suyo? ¿Acaso no se dio este fenómeno en nuestra conmemorada guerra de la independencia, y en todas las demás guerras de carácter colonialista?





Evidentemente, la existencia de los ejércitos no es la única maldición a la que estamos sometidos. Podemos mencionar el terrorismo, la esclavitud, la contaminación, el tráfico de órganos, etc… Pero lo grave que tiene la realidad de dichos ejércitos, es que, a diferencia de estas otras lacras, su presencia no es considerada una iniquidad para la civilización, ni una involución humana, sino que por el contrario es algo bien aceptado, y que es considerado necesario para la consecución de la paz, o de esa gran mentira que los dioses salvadores denominaron “Libertad Duradera”.





Escrito por el: Juan An

0 comentarios: