¡HOLA, FELIZ AÑO! ¿EHHHN? ¿CÓMO? ¡AH, SÍ, IGUALMENTE!

8 de enero de 2009




Aunque me supone un suplicio hablar de la navidad habiendo pasado ya unos días de que terminase (lo que por otro lado es muy comprensible debido a lo hartito que me he quedado de la misma) , hago un esfuerzo con el fin de poder exponer mi modesta reflexión. Por eso, animo a todos los lectores que descubran este comentario, siendo para entonces mediados de Agosto, que no se agobien y lo lean, ya que será un buen entrenamiento, pues nos advierte la OMS que en el 2017 los polvorones y las peladillas empezaremos a consumirlos sobre el mes de julio. Por más que me afano en entender algo de esta celebración, no puedo evitar poner cara de caganet viviente ante tanta locura.

Hoy en día felicitar la navidad es una cantinela cuanto menos cutre. Me refiero a esa moda tan globalizada de enviar una felicitación de nochebuena a través del teléfono móvil, logrando que aquella postal personal cálida y dedicada, haya sido reemplazada por una frase sacada de internet, donde se dice: "Este año Papa Noel se ha vuelto loco y se ha follado al reno, al enano. . . Etc." En fin, quizá sea yo el único tonto que no le ve la gracia al mensajito. Y para colmo muchas veces no aparece ni el nombre de la celebridad que te lo envió. Me puedo imaginar al tipo que lo inventó, y debe ser el clásico "angango" de 30 tacos que se lo monta con el peluche de Fiona que le regaló a su sobrina por su santo, o el típico "pringadete" con feromonas que se parte de risa mientras da palmetadas y dice: "¡que güeeeeno ompaare!", cuando su colega le envía un correo donde se ve al monito Amedio practicando una felación a Marco.

Tranqui, ya se que tú no lo reenviaste. ¡Ay, si Pepito Grillo abriese un ojo!

Otro componente que también le suma encanto a este tiempo navideño son las comidas familiares. Las de empresa ni las miento, porque mi sensibilidad alcanza un límite, y además no tengo a mano ninguna bolsita de esas que hay en los asientos de los aviones para cuando se producen turbulencias. ¡Oh, cuán espirituales resultan las comidas familiares! De verdad que me parecen muy fraternales, pero una advertencia , procure contratar a un buen abogado si por una eventualidad se le ocurriera faltar a alguna de ellas, pues sepa que podrían despellejarlo como al pavo estofado que en ese momento estará presidiendo la mesa. Pero no pasa nada, ¡viva la sagrada familia de Fidias! ¿O fue de Gaudí? . Que Pepito grillo interceda por nosotros, Amén.

¡Y por fin llegaron las doce uvas! ¡A engullir se dijo! A éste respecto diré que me parece un rito vacío, ya que se hace sin tener mucha consciencia de lo que simboliza el acto en sí. Los "contracultura" lo llaman borreguismo, yo no sé como denominarlo, pero siento que los ritos deben poseer un sentido para quien los realiza, si no trascendental, cuanto menos importante. Lo digo por aquellos "Pepito Grillianos" aficionados a juzgar con cierto desprecio desde su sillón antiestrés a las tribus africanas porque entregan ofrendas a la tierra, o se adornan el cuerpo. Pienso que hasta los pajaritos más allá de lo instintivo conocen el sentido de su ritualidad de cortejos y reclamos.

Después de toda esta retahíla, se estarán preguntando, ¿qué coño tiene que ver la Natividad con el bueno de Pepito Grillo? Pues miren ustedes, lo mismo que para la mayoría de las gentes tiene que ver con Jesucristo, es decir absolutamente nada, (nothing, nothing).

O resumido en tres palabras: lejanía, olvido, indiferencia. ¿Y con que autoridad me atrevo a opinar esto? Pues no lo sé, pero quizá con más que la que les avala a los mercaderes del templo de las oportunidades, y de los anunciantes del reino del consumismo y de su redil de consumidores consumidos, que no se quieren enterar (fun, fun, fun) que a Pepito Grillo tan sólo fueron tres los presentes con los que unos magos de oriente le adoraron: oro, incienso y mirra. Pero que no se confundan los reaccionarios, pues el poquito de oro no les dio para mucho. Porque hasta donde cuenta la historia sagrada, se sabe que la familia de Belén de Judá no salió de pobre en toda su vida, y que San José no fue precisamente quien fundó Ikea.

Pero a pesar de todo, a mi me sigue envolviendo la magia de la noche de Reyes. Aunque continúo sin entender porqué los regalos muchas veces se hacen forzadísimamente. Sí, yo creía que regalar era una forma bonita de demostrar a un ser querido que te acuerdas de él, y en este sentido se preocupa uno por buscar justo lo que esa persona precisa o desea, y de ese modo es fácil acertar. Cuántas veces no han oído ustedes a un amigo o familiar exclamar en vísperas de Reyes: "bueno, ya solo falta a mi prima, a mi suegro, a mi cuñada y a la muchacha de la manicura , que el año pasado me trajo un detallito, y yo, que quieres que te diga hija, pero a mi me da apuro no comprarle una cosita." Todo esto entre resoplidos, y con verdugones en las mejillas por el sofoco. Desde mi punto de vista, el sentido del regalo se ha desvalorizado. Es como cuando unos "semi-allegados" te convidan a su boda, y en la invitación lo primero que aparece es el número de una cuenta bancaria. Pero como ya expresé antes, será que soy más tonto que nadie.

Por ultimo me queda pedirle perdón al pavo que no me comí, rogarle que no se sienta despechado, pues con sus plumas pienso fabricarme un penacho y largarme a vivir a América con los Yanomamis, donde aún no ha llegado el Freixenet, ni el anuncio más caro del año, ni los putos petardos, porque de verdad que algunos traen hasta el anagrama de ETA. Y para que el agridulce contenido de este comentario quede vigente, que por desgracia así será, les deseo con un brindis y de todo corazón un feliz año 2010, 2011 y 2012.

Escrito por: Mi perro Vino.

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